Bueno, menciones especiales ...
1.- A Alice - chan, quien espera impaciente cada capítulo.
2.- A mi querido Alex ... *Peter I <3 you*
3.- Y todos quienes me siguen ... se les quiere.
Comentarios precios a la entrega ... Jun-sama: ¡¡¿¿Por qué me haces sufrir tanto con Pandora Hearts??!! ... siento que moriré ... aaaaahhhh, esa historia se torna cada vez más "terrible" ... *no me hagan caso, estoy algo loca*.
Y para despedirme ... Disfruten este 7° capítulo de esta "historia sin nombre" ... que está hecho con todo cariños para ustedes! n.n
VII
Renacer
No pensé que ella hablara
en serio, todo parecía tan irreal, pero su actitud al contarme todo aquello, no
hacía nada más que reafirmar que lo que había dicho anteriormente, era cierto.
– No puedo creerlo –
titubeaba – no es posible.
– Sí, yo tampoco
podía creerlo. – me miró resignada.
– Pero, ¿qué pasó
entonces? – no podía aguantar la curiosidad.
– Pues, verás, como
recordarás yo detestaba todo a mi alrededor. Y aquello puso fin a toda aquella
desdicha.
– Y, ¿quienes eran
ellos? – mi mente se nublaba, había muchas cosas que quería saber.
– Bueno, creo que lo
más adecuado sería que continuara con la historia –arqueó una ceja- Así que ahora
cerrarás esa pequeña boca que tienes y me escucharás atentamente.
– En que quedamos, ah
si, ya lo recuerdo… aquella noche, y aquel sujeto - suspiró-
Recobré
el conocimiento al cabo de unos días, en aquel momento no sabía que pasaba.
Abrí los ojos, y me di cuenta que no estaba en mi habitación, estaba en una
habitación amplia, con una exquisita decoración. Yo, me sentía confundida,
quise levantarme, pero me desvanecí en el acto, sentí que algo andaba mal, mi
cuello se sentía extraño, por esto me llevé la mano a este, lo toqué, y ahí
estaban, las marcas de una mordida. En aquel instante no pensé que fueran nada
raro, podría habérmelas hecho luego de perder el conocimiento, no lo tenía
claro en realidad.
Entonces,
entró en la habitación. Estaba asustada y confundida, pero él acercó a la cama
en la que me encontraba y se sentó.
–
Cálmate, no tengas miedo, todo está bien – dijo en tono tranquilizador.
Él extendió una de
sus manos, pero yo me corrí, él no se inmuto, siguió igual de tranquilo que al
comienzo. Esto hizo que paulatinamente me sintiera mucho mejor, ahora que lo
pienso, esto era de esperarse. Él era un vampiro anciano, y una de sus
habilidades era precisamente esta, el poder calmar a las personas.
– ¿Quién
eres? – le pregunté.
– Soy Leandro
– respondió calmadamente.
– Dime, ¿qué hago
aquí?, ¿dónde esta ese hombre que encontré luego de que me dejaras en la plaza?
– las preguntas eran tantas que no sabía por donde comenzar.
– Bueno, verás,
aquella tarde, luego de que hicieras caso omiso a lo que te dije, fuiste
atacada por ese hombre – su cara cambió, sólo por un instante a una expresión
de odio – Yo te encontré en aquel callejón, estabas inconsciente por eso te
traje a este lugar, mi casa.
– ¿Quién era él?,
¿por qué te llamaba a ti?, ¿acaso son enemigos? – continuaba interrogándolo.
– Él es Christian,
alguien con quien no tengo una muy buena relación, al menos eso te puedo contar
por ahora – me sonrió – Por cierto, ¿cómo te sientes? – cambió el tema de raíz.
– Ah, bien, algo mareada,
y con algo de hambre, creo.
– Descansa, te traeré
algo de comer – se retiró de habitación.
Todo
aquello era tan confuso. Dormí por mucho rato. Cuando desperté, ahí estaba él,
con una bandeja de comida suculenta. La comí, pero persistía una extraña
sensación en mí, no podía describirla en ese entonces, pero ahora si lo tengo
muy claro. Algo se sentía extraño en mi garganta, era una especie de sed, de
hambre que persistía aun cuando Leandro trajera exquisitos platillos, era como
un calor que no se aplacaba con la bebida. Esto me extrañaba, así que se lo
comenté a Leandro. En aquel instante su cara se desfiguró, era una mezcla de
miedo y desesperación, sólo recuerdo
haberlo visto así dos veces en la vida; en ese momento y cuando nos
separamos.
– Iré a buscar algo –
dijo mientras mantenía esa sombría expresión en su rostro.
Regresó con una copa,
y me la dio para que la bebiera. Yo confiaba ciegamente en él, así que sin
dudarlo bebí de esta. Lo que sentí en ese instante fue como beber agua en un
día de calor, cómo lo que ha de sentir aquel hombre perdido en el desierto sin
agua al encontrase con un pequeño oasis en la nada. Sentí un placer
inexplicable, aquella sensación en mi garganta disminuyó en la medida que
bebía, me sentía… ¿feliz?
– ¿Qué me
diste de beber? – pregunté.
– Sangre
– respondió, sin no antes empeorar la expresión en su rostro.
– S … sa … ¿sangre?… que diabl… - me interrumpió.
– Tenía
la esperanza en que no lo hubiera concluido.
– ¿Concluir
qué? – comenzaba a asustarme.
– El
rito.
– ¿Rito?,
no entiendo ¿Qué me está sucediendo, Leandro?
– Pues, verás, tu
eres una vampiresa – nuevamente esa expresión de dolor cruzaba su rostro.
– ¿Vaam… piresa? –
pregunté extrañada.
– Sí, en eso te ha
convertido, Christian, aquella noche en que te dejé en aquella plaza.
– No, no lo comprendo
del todo, ¿cómo pudo haber ocurrido?
– Verás, para que un
vampiro nazca, es necesario que uno de ellos beba tu sangre hasta que quedes en
un estado en el que “estés a punto de exhalar tu último respiro de vida”, es
ahí cuando este da de beber su sangre. En ese momento tu cuerpo comienza a
transformarse, deja el estado terrenal, la debilidad de los humanos y se
convierte en algo más poderoso.
– ¿Ah?
– Aquella noche,
sentí un aroma embriagante, el de la sangre fresca, lo seguí, y ahí estabas, en
aquel callejón, extendida sobre el suelo y Christian aún sobre ti. No pude
saber en ese instante si tan sólo había bebido tu sangre, o si había completado
el rito. Lo enfrenté, luchamos y logré traerte conmigo. Albergaba la esperanza
de que siguieras siendo humana, pero, cuando dijiste que sentías ese ardor en
tu garganta... lo supe, eras una de las nuestras.
– Pero, ¿por qué yo?
– Eres especial,
habitualmente no prestamos atención a los humanos, sólo acudimos a ellos cuando
el hambre es insoportable, pero tú eras especial, destacabas entre aquellos
humanos preocupados por sus tristes y limitadas vidas.
Luego de aquello,
visité mi familia, no porque los extrañara, sino que deseaba traer algunas
cosas que eran mías, y sentía me hacían falta, tal vez, por mera costumbre. Mis
padres ni se inmutaron ante mi presencia, yo, no estaba interesada.
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Gracias por leer ^^
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